El miércoles pasado se retiró Kobe Bean Bryant, cinco veces campeón de la NBA con Los Angeles Lakers, tercer máximo anotador en la historia de la liga (detrás de Karl Malone y Kareem Abdul-Jabbar) y uno de los 15 mejores jugadores que alguna vez pisaron una cancha de básquet. Ahí, en el primer párrafo, es donde terminan los hechos. Acá, en el segundo y en el resto del texto, es donde empieza la opinión. Se podría agregar una centena de datos sobre la carrera de Bryant, desde la cantidad de triples que encestó hasta el porcentaje de sus tiros de campo en los últimos dos minutos de un paritdo, pero sería irrelevante para el punto que quiero desarrollar. Otros dirán: "¿Cómo podés afirmar que Kobe es uno de los 15 mejores de la historia, si no existe un ránking oficial?" A ellos, les repondo con honestidad brutal: yo odié a Kobe Bryant durante toda su carrera.
Lógicamente, no lo odio a él como persona. Aunque, pensándolo mejor, no estoy tan seguro. En el deporte -como en la vida, si me puedo poner filosófico por un momento-, el amor y el odio son difíciles de explicar. Mi odio hacia Kobe se entiende desde la mirada de un hincha (primero) y desde lo que su carrera representó para uno de mis deportes preferidos (segundo). Como ferviente seguidor de San Antonio Spurs, deseé en numeradas ocasiones que Bryant, acérrimo rival que tantas veces le complicó la vida a mis Spurs, fracasara. No hacía falta que se enfrenten Lakers y Spurs; siempre quise que le vaya mal a Kobe. Si San Antonio no podía ganar, aunque sea que pierdan los Lakers. Desde un punto de vista más 'purista', nunca pude apreciar -si bien pude reconcer- su grandeza. Algunos términos con los que supe describir a Kobe: inidividualista, soberbio, egoísta con sus compañeros y consigo mismo (por haber firmado un contrato que le impediría pelear por un campeonato, su único objetivo, según sus propias declaraciones), entre otros. Entonces, razonaba, que la mera existencia de Kobe le hacía mal a la NBA. Si Kobe no iba a pasar la bola como los Spurs, entonces que junte su guita y se vaya. No lo necesitamos. Como verán, mi odio al "personaje" era más que al basquetbolista en sí. No necesité conocerlo -ni necesité que cometa un acto verdaderamente punible- para odiar a Kobe. Pero, para contestar (cuatro párrafos después) la pregunta original, creo que debe existir un límite para la subjetividad. Negar el hecho, y para mí es un hecho, de que Bryant es uno de los 15 mejores jugadores en la historia de la NBA representaría un acto irresponsable de mi parte, si es que me considero periodista. Entiendo que mi apreciación sobre Kobe Bryant no es universal. En la última semana de su actividad profesional, se ha escrito, hablado y (especialmente) tuiteado ad nauseam respecto de lo que significa Kobe. Particularmente, elegí mirar para otro lado, a tal punto que, en la noche de su último partido, mi intención era ver el encuentro de Golden State Warriors, en búsqueda del mejor récord en la historia de la temporada regular.
Puedo argumentar porqué terminé viendo a Kobe -y porqué me emocioné como lo hice. Por un lado, los Warriors superaron a su rival (Memphis Grizzlies) casi sin transpirar. Mientras, en el Staples Center, el ego de Kobe lo llevó a tirar cualquier pelota que pasase por sus manos, anotando 60 puntos en 50 intentos de campo, incluyendo un game-winner con menos de un minuto en el reloj. La parte que me escapa es el motivo por el cual me encontré celebrando este "Hollywood-esco" final de la carrera de Kobe. Después de pasar tantos años deseando que las cosas le salgan mal, acá estaba, agarrándome la cabeza con cada anotación del odioso este. Es posible que la emotividad del momento se haya impuesto por sobre mi lógica. Quizás, la realización de que una de mis principales fuentes de odio se iba a esfumar me generó, aunque sea por una noche, una sensación que nunca creí posible: amar a Kobe Bean Bryant.
28 jul 2015
Una guía informal sobre la temporada de agentes libres
Aight people, we are back in business.
Este no es un blog de información. Tampoco es pura y exclusivamente de opinión, creo. Desde que arranqué a escribir acá, fui alternando mis ideas. Redactando algunas notas, intenté mantener un estilo formal e informativo, mientras que otras veces -cuando mi cabeza me lo permitió- busqué ser más directo.
Muchas veces me pasó de cambiar los estilos en el mismo texto (ni te cuento las peleas internas que tuve, tengo y tendré cuando me vuelva a pasar), sin saber con cual quedarme. Pero, por lo menos en este aspecto, puedo decir que estoy completamente seguro: este no es un blog de información.
Pasó un tiempito desde que escribí por última vez. Como sabrán, Golden State Warriors fue un merecido campeón (ésta me pareció una buena forma de entender cómo se arma una franquicia ganadora), superando a Cleveland Cavaliers por 4-2. Una semana después, vino el Draft. Minnesota Timberwolves eligió a Karl-Anthony Towns con la primera selección. Towns juega de pivot que ya cuenta con capacidades defensivas de alto nivel y tiene el potencial para convertirse en una bestia en ataque. En Minnesota, formara parte de un dúo interesante con Andrew Wiggins (alero y 1ª pick del Draft del año pasado). Igual, en el Oeste, es casi imposible que siquiera peleen por entrar a Playoffs. Me fui por las ramas. El Draft pasó hace más de un mes. Lo realmente importante empezó con el primer día del mes de Julio. A las00:00:00 del mes siete, un montón de jugadores, algunos muy buenos, otros buenos y otros del montón -valga la hermosa redundancia que metí sin querer- se convirtieron en agentes libres. ¿Qué @#!+* significa un agente libre? Fácil: que puede firmar con el equipo que quiera. Tres reglas a tener en cuenta para entender este juego: 1-Si un jugador es agente libre restringido, significa que su equipo (donde sea que haya terminado la temporada pasada) tiene el derecho de igualar cualquier oferta que le hagan otras franquicias. Entonces, si el equipo dueño del pase decide, puede retener a su agente libre sí o sí. 2-Las franquicias operan bajo un tope salarial y un límite de lujo. Básicamente, éstos términos son cantidades de $$$ que puede gastar un equipo. Si te pasás del tope salarial, perdés algunos beneficios que podrías ofrecerle a agentes libres (que, a la vez, sí les pueden ofrecer equipos que estén debajo del tope). Si te pasás del límite de lujo, tenés que pagarle impuestos a la NBA. Mientras más guita gastes, más aumentan los impuestos. Si, al pasar los años, una franquicia se sigue pasando del límite, le meten unos impuestos de puta madre. Para que te des una idea: en 2014, los contratos de todo el plantel de Brooklyn Nets sumaban un total de 101 millones de dólares. Sólo por impuestos, los Nets tuvieron que pagar 83. Mamita. 3-Además del derecho mencionado en la regla 1, los clubes pueden ofrecerle más plata y, en algunos casos, más años de contrato, a los agentes libres que hayan jugado la última temporada con ellos. Por último (bancame que esto es importante): un equipo SÓLO puede pasarse del tope salarial firmando a un jugador propio (o sea, que haya jugado la temporada pasada en la misma franquicia).
Antes que nada, como dije al principio, este no es un blog de información. Por eso, no voy a referirme a todos y cada uno de los agentes libres, que son más de 150 si no me equivoco. Tampoco voy a analizar todos los canjes que ocurrieron en este mes (más de 25). Para eso, les dejo dos links a continuación. En inglés, la gente de SBNation se merece un monumento por armar esto.
Como suele suceder, gran parte de las estrellas se quedaron en sus respectivas casas. Ante la sorpresa de nadie, LeBron James renovó con Cleveland por un año. El caso de James es singular, ya que la longitud de este vínculo significa que volverá a ser agente libre el año que viene, cuando el tope salarial (y por ende, los contratos de los jugadores) aumentará exponencialmente.
Para que quede más claro: en la temporada 2016/17 entra en acción el nuevo contrato televisivo que la NBA firmó con ESPN y TNT. El flujo de dinero que va a entrar en el sistema de la liga es tan grande que el tope salarial va a pasar de 70 millones -este año- a 90. Si se cumplen las proyecciones, llegará a 110 millones dentro de dos años.
Esto significa, obviamente, que los jugadores deberían querer ser agentes libres YA, porque después de 2018, el tope podría volver a bajar. Por eso LeBron y Dwyane Wade (sigue con Miami) arreglaron por una temporada. Para seguir juntándola con pala.
Las vacas de Wade, Chris Paul y LeBron
Sin embargo, otros jugadores optaron por la seguridad financiera de un contrato largo. Tiene sentido: si alguno de los que firmo por corto plazo se lesiona, pierde valor en el mercado. Por eso, cracks como Kawhi Leonard (Spurs), Marc Gasol (Grizzlies), Kevin Love (Cavaliers), Draymond Green (Warriors), Jimmy Butler (Bulls), Goran Dragic (Miami), Khris Middleton (Bucks), Brandon Knight (Suns) y Reggie Jackson (Pistons) extendieron sus vínculos con sus respectivos equipos por cinco años, el máximo disponible. Además, Paul Millsap (Hawks), Patrick Beverly (Rockets) e Iman Shumpert (Cavs) también renovaron por tres, cuatro y cuatro temporadas, respectivamente.
Bueno, lo de Jackson es medio raro. Detroit le ofreció cinco años y 80 millones, un número altísimo para un jugador de su calibre, sin que hayan demasiados otros interesados. Igual, todo tiene una explicación: como dije, el tope salarial va a aumentar. Entonces, contratos que hoy parecen caros -como el de Jackson, el de Enes Kanter (volvió a Oklahoma City por 4 años y 70 millones), el de Tobias Harris (4 y 64 para retornar a Orlando) o el de Brook Lopez (3 y 60 para quedarse en Brooklyn)- no lo serán en 2016.
Por último, me quedaron mis Spurs. Danny Green resignó ofertas que lo hubiesen hecho más rico y firmó con San Antonio por cuatro años y 45 millones. Tim Duncan (DUH a lo que voy a decir) resignó plata otra vez y volverá por dos años y 10.5 millones. No se si Manu resignó plata, pero a quien carajo le importa. Ginóbili también continuará en los Spurs por un año más.
En realidad firmó por dos temporadas, pero lo más probable es que se retire después de la próxima. Igual, hace de cuenta que no lo leíste.
El hitazo del verano
Full disclosure: éste iba a ser el título de la columna. No se a ustedes, pero a mi me encantó. Todos los veranos (porque allá, en USA, es verano), la atención del mundo NBA está puesta en alguna estrella. LeBron y su "Decision", Dwight Howard decidiendo, a último momento, dejar en banda a los Lakers (gracias Dwight, te banco) y muchas otras más. Ni que hablar de la que le espera a Kevin Durant el año que viene, pero eso será tema para otro día.
En este mercado de pases, EL hombre en cuestión fue LaMarcus Aldridge. El ala-pivot de Portland Trail Blazers, una verdadera máquina anotadora de canastas que, además, defiende mejor de lo que aparenta. Aldridge se reunió con más de seis franquicias y, luego de algunos días, anunció que iría a Phoenix Suns o a San Antonio.
Fíjense el peso que tienen las estrellas. La mera posibilidad de conseguir una forzó a que ambas franquicias realicen canjes que no las beneficiaban, solamente porque necesitaban el espacio dentro del tope salarial para firmar a Aldridge, que cuesta caro. Los Spurs enviaron a Tiago Splitter, titular en el equipo campeón de 2014, a Atlanta. Los Suns mandaron a Marcus Morris, Reggie Bullock y Danny Granger, tres jugadores que hubiesen estado dentro de la rotación, a Detroit, por, simplemente, nada.
Finalmente, Aldridge eligió a San Antonio (cuatro temporadas y 84 millones), una ciudad que no está acostumbrada a ser el destino favorito de las máximas figuras de la NBA. Y los pobres de Phoenix, a llorar a la iglesia.
Los que se fueron
A pesar de que la mayoría se quedaron, eso no significa que no hubo movimiento. El nombre de mayor peso que cambio de equipo fue Greg Monroe, quien pasó de los Pistons a los Bucks. El pivot, que analizó mudarse al glamour de L.A -se reunió con los Lakers- o a la Gran Manzana (Knicks), terminó eligiendo la super-mega-metrópolis de Milwaukee (chiste, por si no se entendió).
Che, ahora que nombré a los dos gigantes -Los Ángeles Lakers y New York Knicks- me doy cuenta que se parecen bastante. Ambos tienen un gran jugador -Kobe Bryant y Carmelo Anthony- al que le gusta tirar mucho al aro y que ya ha visto pasar sus mejores años. Ambos han fallado en sus intentos por traer a otro crack en los últimos dos mercados de pase. Ambos han depositado su fe en un novato -D´Angelo Russell y Kristaps Porzingis- elegido en los primeros cuatro puestos del Draft.
Porzingis defendiendo a Russell
Y, después de un largo rato, ambos hicieron las cosas bien. Los Lakers adquirieron a Roy Hibbert de Indiana y obtuvieron los pases de Lou Williams y Brandon Bass (ambos eran agentes libres). Los Knicks trajeron a Robin Lopez, Aaron Afflalo y Derrick Williams. A ver, ninguno de éstos seis nombres merecen tirar la casa por la ventana, pero todos sus contratos son razonables y podrían contribuir de buena manera en esta temporada.
Otros traspasos que suman: Monta Ellis a los Pacers, DeMarre Carroll, Luís Scola y Cory Joseph a Toronto Raptors, Brandan Wright a Memphis Grizzlies, Tyson Chandler a Phoenix -que por lo menos tuvo un premio consuelo- y David West a los Spurs. West, que tenía la opción de volver a Indiana por 12 millones, arregló con San Antonio por alrededor de un millón! El tipo resignó 11 palos verdes, me entendés!!!
Hace apenas unos días, Houston Rockets consiguió hacerse de los servicios de Ty Lawson, base de Denver Nuggets. Lawson se encuentra en rehabilitación por problemas alcohólicos, pero si logra reponerse sería una pieza fundamental en el equipo que dirige Kevin McHale.
Cierro con las dos historias más cómicas del mercado. Primero: Sacramento Kings.....Que, ya deberías estar cagandote de risa. Los Kings son un circo: su dueño, Vivek Ranadive, quiere que jueguen 4 contra 5 en defensa (esto es real, te lo juro), ya despidió como a tres técnicos y dos mánagers y ahora contrató como GM a Vlade Divac, un ex jugador con 0 experiencia en el área.
Como era de esperar, Vlade no arrancó su carrera como mánager con el pie derecho. Los Kings enviaron a Nik Stauskas (11º elección en el Draft del año pasado), Carl Landry y Jason Thompson a Philadelphia 76ers. Obvio, por nada a cambio. Obvio, además incluyeron una futura selección de PRIMERA ronda. Obvio, además le dieron la opción a los 76ers de rotar posiciones en dos Drafts distintos.
¿Qué significa lo último? Ponele, si Sacramento elige en el 5to puesto y Philadelphia en el 9no, Philly puede cambiar. Parece una boludes, pero hace un par de años Brooklyn y Atlanta hicieron un canje similar. ¿Cuál fue el resultado? Los Hawks, que hubiesen elegido 29º según su récord, lo hicieron en el puesto número 15.
Volviendo al tema: con el espacio que generó este horrendo canje, los Kings firmaron a Marco Bellinelli, Kosta Koufos y Rajon Rondo. De nuevo, ninguno de ellos es malo, pero tampoco ameritan el gasto que tuvo que realizar la franquicia. Con suerte, pelearán por entrar a Playoffs en el Oeste.
BOLUDO, VISTE TWITTER?
Es que yo no puedo más, chabón. Cómo no voy a cerrar con esta historia. La saga ocurrida entre Dallas Mavericks, Los Ángeles Clippers y DeAndre Jordan fue épica. Aunque todos los actores de esta novela digan que la realidad no fue tan divertida como creemos, yo la pasé bárbaro. Esta todo acá, en la crónica del miércoles 8 de julio, el mejor día en la historia de Twitter.
Antes del caso de Jordan, ambas franquicias habían realizado contrataciones interesantes. Los Clippers adquirieron a Lance Stephenson (de Charlotte Hornets), a cambio de Spencer Hawes y Matt Barnes, quien luego fue traspasado a Memphis. Además, Doc Rivers se volvió a juntar con Paul Pierce. El veterano (era agente libre) jugará en Los Ángeles por tres temporadas, si es que llega a la tercera. Ah, y además se quedaron con Pablo Prigioni :)
Los Mavericks se la jugaron por Wes Matthews. El ex escolta de Portland se rompió el Tendón de Aquiles -una de las lesiones más complicadas para un basquetbolista- durante la temporada pasada, pero aún así logró obtener un contrato por cuatro años y 70 millones. Si logra recuperar su nivel, será una gran adición.
Una imagen...
En Dallas, siempre se aspira a un campeonato. Esa es la cultura que crearon Mark Cuban, Rick Carlisle y Dirk Nowitzki, en sus roles de dueño, entrenador y jugador estrella. Por eso, cuando DeAndre Jordan les comunicó que formaría parte del equipo, todos se ilusionaron. Un quinteto compuesto por Devin Harris, Matthews, Chandler Parsons, Nowitzki y Jordan podría competir con los mejores conjuntos del Oeste.
Sin embargo, el pivot de los Clippers no se animó a dejar a su franquicia y cambió de parecer, a pesar de haber acordado de palabra con los Mavericks. Esto fue posible gracias a la existencia del período de moratoria. Este período es una cláusula de la NBA que, básicamente, no permite que ningún jugador firme un contrato oficial hasta que haya transcurrido una semana desde el inicio del período de agentes libres (1º de Julio).
Bueno, eso fue un poco de lo que anduvo pasando. Perdón a los hinchas de los Celtics, Wizards, Nuggets, Pelicans y otros equipos. Por suerte, sobra el tiempo para analizar. Se me ocurrieron diezmil maneras de armar esta columna y termino saliendo esta. Ni se si me gustó o no. De lo único que estoy seguro, otra vez, es que este no es un blog de información.
7 jul 2015
A selfish man
I can
hardly put into words what Manu Ginobili means to me. Without his knowledge,
the guy has influenced my life in so many ways. It’s very likely that, had
Manu not existed, I’d still be pursuing a career in sports journalism. Having the chance to cover people like him has made me much more
comfortable with this decision.
The memory, however fuzzy
it is, remains. I remember myself ten years ago, lying to my dad. I
promised that I would go to sleep early, but instead I stayed up late to watch
the NBA Finals.
I couldn’t tell
what it was, but something had caught my eye. As the series went on, my lying habits continued, and
somehow I convinced my dad (a rare feat) to join me. We watched the final three
games together, celebrating Manu´s second championship.
While my passion for sports journalism and the NBA arrived years later, my personal connection with Ginobili was forged during
those nights in June 2005. During these last 10 years, I´ve followed him closely and seen how he carries himself, both on and off the court. That´s what truly makes him a figure of admiration.
Basically, this whole thing
can be summarized in three words: I am selfish. I have no problem
admitting it. When it comes to Emanuel David Ginobili, I do not care about
anything but watching him play. I know that he’s probably tired, that he
doesn’t have much left in the tank and that he wants to spend time with his
family. Forgive me, Many. Please forgive me, Dante, Nicola and Luca. I
just want to keep watching Manu.
13 seasons in the best
basketball league in the world. Four rings (one of them, precisely
in 2005, should’ve come with a Finals MVP trophy attached to it). Two-time
All-Star. Sixth Man of the Year (in 2008). Two 3rd Team
All-NBA nods. 28,627 minutes played (that’s including Playoff stats, as he
likes to do).
How could anyone ask him for more? How many more dunks like this one, that made me leap out of my couch and start yelling like a madman, can he manage?
How many more clutch moments,
down by two with 30 seconds left, against an opponent who seemed invincible to
the Spurs, does he have left in his bag?
How many more buzzer beaters, say, on a December night
in 2010 (which I still remember like it was yesterday because I woke up the whole block) will he even attempt?
How many more impossible, unthinkable shots, after playing awful during almost an entire game, can he hit?
Logic says that few, if any. But here´s the key: I do not care. I do not need all these highlights to enjoy Manu. I
only need him, trotting slowly with the ball in his hands. I need to see
him signal to a big that he wants a screen. I
need to see him whip a bullet pass directly to the chest of a teammate. I need to see him throw one between-the-legs to Duncan, or just a quick backdoor to Parker. Classic Manu.
I need to see myself watching him (if that makes
any sense), knowing wholeheartedly that just having Ginobili on the floor is
enough, but at the same time hoping for that one play that’ll make me start
screaming again.
Ahhhh, yes, don’t forget what I said before: When it comes to Manu, I am selfish. A stinking,
selfish man.
9 may 2015
Egoísta de mierda
Odio esto. Me cuesta expresar con palabras lo que Ginóbili
significa para mí. Sin que él lo sepa, el tipo influenció mi vida de mil maneras. En un universo paralelo en el que Manu nunca existió, imagino que mi deseo seguiría siendo el de ser periodista deportivo, pero haber tenido el
privilegio de verlo me hace sentir mucho más conforme con mi decisión.
El recuerdo, por más borroso que sea, está. Me recuerdo hace diez
años, mintiéndole a mi papá: le prometí que me iba a ir a dormir temprano, pero
en vez me quedé viendo las Finales de la NBA. Jugaba San Antonio Spurs contra
Detroit Pistons y era uno de los primeros partidos de la serie.
Todavía me acuerdo de las charlas que tuve en mi escuela primaria
durante los días siguientes. Las palabras van y vienen, pero evidentemente algo me había
atrapado. Mi rutina mentirosa no cambio y de alguna manera logré que mi papá lo
acepte (raro en él). Vimos los tres partidos finales juntos, festejando y
gritando cada tanto de los Spurs, que ganaron el campeonato en el séptimo y
decisivo juego.
Si bien mi obsesión con la NBA tardó en llegar -la temporada
2009/10 fue la primera que seguí de cerca-, mi conexión con Ginóbili se forjó
durante esas noches de junio, en 2005.
Escribo algo y borro. Trato de cambiarle alguna palabra que no me
gustó. Reescribo todo. Vuelvo a dejar la hoja en blanco. No estoy obsesionado con Manu, no es eso. Pero tampoco es un deportista más. Quiero que se entienda perfecto lo que quiero decir, aunque sé que no
va a pasar. Quizá le pase lo mismo a otros periodistas. A mí, por lo menos, me
cuesta horrores hablar/escribir sobre un ídolo.
Porque, a fin de cuentas, eso es lo que representa Manu para mí. No
sólo por su talento dentro de la cancha, que ya de por sí podría ser
suficiente. Lo que lo convierte en una figura de admiración para mí es
el ejemplo que año tras año dio (y da) como persona.
Todo este texto se resume en tres palabras: soy un egoísta. No
tengo problema en admitirlo. Cuando se trata de Emanuel David Ginóbili, no me
importa nada más que verlo jugar. 13 temporadas en la máxima liga de básquet del mundo. 4 anillos de
campeón (en uno de ellos, justamente el de 2005, debería haber sido Finals
MVP). 2 veces al Juego de las Estrellas. Sexto Hombre del Año (en 2008). 2
veces nombrado al Mejor Tercer Equipo NBA. 28.627 minutos (incluyendo
Playoffs, como a él le gusta).
En serio, ¿Cuan egoísta tengo que ser para seguir pidiéndole más?
¿Cuántas volcadas como ésta, que me hizo saltar abruptamente de mi
sillón y empezar a gritar como un demente, le pueden
quedar?
¿Cuántos triples en el momento más caliente, abajo por dos en el sexto juego de las Finales de Conferencia contra un rival que parecía invencible para los Spurs, puede tener en su arsenal?
¿Cuántos tiros sobre la chicharra, en una noche de diciembre de 2010 que todavía recuerdo como si fuese ayer porque levanté a toda la cuadra con mi grito, puede seguir ocultando en esa zurda mágica?
¿Cuántos tiros imposibles, de esos que mete en el momento justo después de jugar mal durante casi todo el partido, puede seguir metiendo?
La lógica dice que pocos. Sin embargo, acá está la clave: no me importa. No necesito de todas estas jugadas de película para disfrutar de Ginóbili. Sólo lo necesito a él, driblando la pelota, llamando a un pivot para que éste le ponga una cortina y dejando que el fenómeno con la 20 en la espalda decida que hacer. Lo necesito a él, ejecutando el Pick&Roll, poniendo un pase de pique al piso entre las piernas de un rival. Me necesito a mí mismo mirándolo, sabiendo que me alcanza con que esté en la cancha pero a la vez esperando que haga esa jugada especial, que me deje llorando una vez más.
Y sí, si te lo dije antes: soy un egoísta. Un egoísta de mierda
25 abr 2015
Una (breve) oda a Tim Duncan
Aquí termina la anécdota, pero él te mató. Da ví a da. Pará! Más. Pero el tema todavía da para más.
Esta frase, parte de un extraordinario monólogo, me viene como anillo al dedo. Y esta expresión, trillada como pocas, también me viene como anillo al dedo, valga la redundancia.
Cuando se trata de Tim Duncan, anécdotas hay varias. Innumerables, de hecho. ¿Anillos? Claro, esos sí se pueden contar. Uno, dos, tres, cuatro y cinco. Deberían ser seis, pero el destino (y Ray Allen) dijeron que no. Igual, cinco es suficiente. Mucho más que suficiente.
En menos de dos meses esos cinco podrían convertirse en seis, pero tampoco importaría demasiado. Es que a fin de cuentas, después de tantas anécdotas, lo único que queremos es que el tema todavía dé para más.
Escribir durante los Playoffs es complicado: la acción diaria no te da respiro. Redactar una columna de análisis sobre alguna serie en particular es riesgoso, pues al partido siguiente un equipo puede realizar un ajuste que cambie por completo la forma en la que se venía jugando. Por eso, decidí parar la pelota y no andar tirando estadísticas a lo loco.
Honestidad brutal a continuación: alrededor del jueves por la tarde tuve la idea. La noche anterior había visto otra de sus asombrosas obras maestras. En el segundo partido de la serie entre San Antonio Spurs y Los Ángeles Clippers, Duncan jugó 44 minutos, anotó 28 puntos y bajó 11 rebotes. Por si eso fuera poco, el ala-pivot de los Spurs encestó el 60.8% de sus tiros de campo, y durante la mayoría de ellos el encargado de defenderlo fue DeAndre Jordan, quien finalizó tercero en la votación para el premio de Mejor Jugador Defensivo del Año (el ganador fue Kawhi Leonard, elección con la cual estoy de acuerdo)
En el tiempo extra, San Antonio enfrentaba la posibilidad de caer 0-2 y tener la presión de ganar los próximos dos cotejos. Allí, los actuales campeones de la NBA hicieron lo que hacen siempre que las papas queman: dársela a Duncan. A falta de 3:02 minutos, anotó un doble para dejar a su equipo arriba por tres unidades. Tras el triple de J.J Redick que empató el encuentro, le volvió a dar la ventaja a los Spurs, encestando un tiro imposible (sobre Jordan) mientras se caía al piso:
La actuación de Duncan fue una verdadera obra de arte, pero eso ya lo saben. También saben que ayer San Antonio le dio una paliza a los Clippers en el AT&T Center. Los dirigidos por Gregg Popovich derrotaron al conjunto comandado por Doc Rivers por 100-73 y tomaron la delantera (lideran 2-1 en la serie al mejor de siete). ¿Los números de Duncan? nada de otro mundo: cuatro puntos, siete rebotes, cuatro asistencias y tres tapas.
De nuevo, honestidad: una parte de mí prefiere que el partido de ayer se hubiese dado como el del miércoles, así el nombre de Duncan sonaría más fuerte hoy. De la misma forma en que dedicarle tu columna a un mediocampista que hizo un trabajo aceptable no acarrea el mismo impacto que dedicársela al delantero que marcó dos goles.
Sin embargo, ahora entiendo que no podía ser de otra manera. Hoy, sábado 25 de abril de 2015, Timothy Theodore Duncan cumple 39 años de edad. El nacido en las Islas Vírgenes es el segundo jugador en actividad más viejo -Andre Miller es más longevo- y hasta es mayor que un director técnico! (Brad Stevens, de 38 pirulos).
Tras haber disputado 18 temporadas en la liga de básquetbol más competitiva del mundo, que incluyen cinco anillos de campeón, dos trofeos de Jugador Más Valioso y la mayor cantidad de minutos totales en la historia de los Playoffs, la expresión en la cara de Duncan no ha cambiado. Sigue siendo el mismo personaje tímido, que no necesita hablar demasiado fuera de las canchas: en otro gran cliché, el Big Fundamental deja que su juego hable por él. Es muy difícil ser el mejor en algo. Sobre todo si ese "algo" es un deporte de alta competencia que te garantiza una vida de fama y dinero. Ser el mejor requiere esfuerzo y dedicación a niveles sobre los cuales no estoy capacitado para hablar. Pero hay algo aún más difícil que ser el mejor: ser el mejor por un buen rato. A lo largo de sus 18 años como miembro de San Antonio Spurs, Tim Duncan logró la grandeza sostenida. Esa que sólo alcanza la elite de la elite. Michael Jordan, Kareem Abdul-Jabbar, Earvin "Magic" Johnson, Larry Bird, Oscar Robertson y Bill Russell. Las máximas figuras de la NBA le harán compañía a Duncan, aunque poco le importará a él. Ya habrá tiempo para un perfil más completo sobre la carrera de este hombre. Ojalá que para ese momento falte un ratito. Ojalá queden más anécdotas por vivir. Ojalá el tema todavía dé para más. Hoy, sábado 25 de abril, Tim Duncan cumple 39 años. En San Antonio (y en todo el mundo) se hablará del partidazo que tuvo ayer Kawhi Leonard, quien anotó 32 puntos en apenas 18 intentos de campo. ¿Sabés que es lo más loco de todo? Que a Duncan no le va a importar. Es más, prefiere que sea así. Desde el 2009 que vengo viéndote. Aproximadamente, te habré visto jugar más de 200 veces y ni una vez me decepcionaste. En tu cumpleaños, yo te decepcioné a vos, porque me atreví a ponerte en mi centro de atención. Desde un rinconcito de Buenos Aires, te agradezcopor ser un verdadero profesional. Te agradezco por tu dedicación, por momentos como éste y, principalmente, por demostrarme que el sólo hecho de cumplir con tu trabajo te puede convertir en una leyenda.
13 dic 2014
Davis, Leonard y Wall encabezan el Equipo Menor de 25 años
La edad sirve en distintos aspectos de la vida como un señalador: diferencia generaciones, crea costumbres y cotidianidades para cada una de ellas y ayuda a establecer un antes y un después en las prioridades de cada individuo. En el ámbito deportivo, la edad es un arma de doble filo. Cuando un deportista se inmersa en su carrera (generalmente) lo hace como un adolescente/joven adulto, con mucho que mejorar pero lleno de promesa y talento a futuro. Cuando éste se encuentra en sus últimos años -o bien cuando ya han transcurrido varios años desde su debut- poco a poco empieza a escuchar la típica frase "´Padre Tiempo´marcha invicto" (Father Time is undefeated), que refiere a como el paso del tiempo representa el inevitable final de la vida profesional del deportista. Dependiendo de la disciplina sobre la cual se trate, las edades conllevan distintas nociones. El perfecto ejemplo de esto se da en el golf, donde Phil Mickelson fue campeón del British Open -uno de los cuatro torneos de mayor relevancia- con 43 años y Fred Couples (de 55) estuvo cerca en los últimos dos Másters de Augusta. Como contracara se puede nombrar al tenis de la actualidad, tan sorprendido con el renacer de un suizo de 33 años, cuasi retirado en los ojos de la prensa.
Roger Federer, flamante campeón de Copa Davis
Dentro del espectro NBA, uno de los objetivos esenciales para el éxito de cualquier franquicia es dar con ese diamante en bruto. Esa futura superestrella, que logrará que otros quieran venir a jugar con él y llevará a todos a la tierra prometida. La barrera de los 30 funciona como la principal separación entre la madurez y la vejez, por lo cual los GM´s (General Managers) se desviven por adquirir piezas jóvenes.
El siguiente sería el equipo ideal para cualquier dueño que quiera disfrutar de una próspera década de básquetbol, siempre y cuando tenga los bolsillos para pagarles a todos. Base: Siempre hay que empezar por el principio. Por el director de orquesta, el encargado de que todos estén contentos y tengan contacto con el balón. No caben dudas de que esta es la posición elite en la actualidad de la liga. Nombres como Westbrook, Paul, Parker, Curry, Rondo, Rose, Lowry y Conley representan hombres de extremo talento, siendo cada uno de ellos especial en cuanto a sus habilidades particulares. También hay que denotar la clara diferenciación entre los "tipos" de base que tenemos hoy en día: Por un lado están los bases que funcionan como principales anotadores en sus equipos (Westbrook, Parker o Lowry), mientras que por el otro se encuentran los bases más a la antigua, quienes primero piensan en asistir y luego en buscar sus propios números. Teniendo en cuenta esta distinción, creo que de tener la elección lo más conveniente sería buscar un jugador de la segunda clase. Si bien John Wall tiene 24 años (ya cerca del límite auto-impuesto de esta columna), sus cualidades lo ponen por encima del resto de las opciones. El líder de Washington, seleccionado al All-Star Game por primera vez en la temporada pasada, viene de guiar a los Wizards a una Semifinal de Conferencia -donde fueron eliminados por Indiana Pacers- y actualmente mantiene al equipo de la capital de los Estados Unidos con el segundo mejor récord en el Este, tan sólo medio juego atrás de Toronto Raptors.
Además de sus asistencias, Wall recopila 17.8 puntos y 4.7 rebotes por partido
El juego del graduado de la Universidad de Kentucky ha crecido enormemente en los últimos dos años. Siempre fue un defensor más que apto, sobre todo en el marcaje uno a uno, pero hasta hace poco no se podía percibir si tenía las suficientes armas de ataque como para convertirse en un base de elite. La primera selección del Draft de 2010 mejoró continuamente su tiro externo -casi nulo en su campaña de novato- hasta llegar a un porcentaje respetable (44%) en lo que va de 2014/15. La cualidad que pone a Wall por sobre los demás es su buena tendencia a asistir a sus compañeros: sus 10.5 asistencias por partido representan la segunda mejor marca de toda la liga.
Como segunda y tercera opción me fui completamente para el primero de los sectores mencionados. Damian Lillard, también de 24 años de edad, ha sido uno de los jugadores más clutch (término utilizado para los que aparecen en los momentos de mayor presión) desde que entró a la liga en 2012. Lo mismo se podría decir de Kyrie Irving (22), último Jugador Más Valioso del All-Star Game y del Mundial de España. Ambos bases son electrizantes e imparables en ofensiva, pero deberán aumentar su intensidad del otro lado de la cancha para llegar a competir con los mejores. Escolta: En completo contraste con lo remarcado sobre la posición anterior, el puesto de escolta es el que presenta menos variantes a la hora de elegir a la creme de la creme. Lo que se busca para este lugar en un prototipo es un hombre que tenga un excelente rango de tiro, que pueda moverse sin la pelota para crear espacios y que -si se puede- aporte adecuadamente al sistema defensivo. Entonces, porque cumple a la perfección con todas estas características, la obvia elección es Klay Thompson. La segunda mitad de los "Splash Brothers" será el primero de este conjunto ideal en alcanzar los 25 años (lo hará el ocho de febrero de 2015) pero por ahora entra perfectamente en esta categoría.
El hijo del gran Mychal Thompson continua mejorando con el paso del tiempo
Pedíamos buen tiro externo? Bueno, que tal te viene 41.2% desde la línea de triples en su carrera (43.1% esta temporada, lejos su mejor). Pedíamos habilidad para acumular puntos bajo cualquier punto? Bueno, que tal te viene 21.2 tantos por encuentro, compartiendo el decimotercer puesto en la NBA. Y, como bonus extra, pedíamos aporte en defensa? Bueno, que tal te viene un rating defensivo individual de 89.1 (la estadística marca la cantidad de puntos en 100 posesiones que el equipo permite cuando el jugador en cuestión está en la cancha), un número que -si se leer bien las estadísticas de nba.com- no es superado por ningún otro jugador que dispute minutos significantes, o por lo menos definitivamente mejor que el de Dwight Howard, Andrew Bogut o Tim Duncan.
Cómo escolta suplente la decisión tampoco fue demasiado complicada. Es que Bradley Beal, quien milita en los Wizards junto a Wall, se halla encaminado a convertirse en el mismo tipo de talento que Thompson. La principal diferencia entre ambos es que Beal apenas tiene 21 años, con lo cual dispone de tiempo necesario para madurar, tanto en sus rotaciones defensivas como en su manejo del balón (promedia 2.4 pérdidas por partido). Alero: Parece un sube y baja, pero no es nada más que la realidad. Si los bases llevan la mayor CANTIDAD de talento y los escoltas la menor, entonces los aleros presenta la mayor CALIDAD de talento en toda la liga. Sólo hace falta mencionar el hecho de que los dos basquetbolistas más reconocidos en todo el mundo juegan en este puesto (LeBron James y Kevin Durant) para verificar dicha afirmación. También al igual que en los bases, aquí podremos encontrar características y roles distintos, aunque sin una distinción tan marcada como en la previa.
Pasó hace apenas seis meses, aunque ya parezca una eternidad. Allí estaba Kawhi Leonard, por ese entonces con 22 pirulos (ahora con 23), alzando el trofeo Bill Russell para el Jugador Más Valioso de las Finals. Leonard demostró un nivel sensacional, especialmente durante los últimos tres encuentros, en los cuales anuló a LeBron y aportó lo suyo en ataque.
Kawhi, quitándole la pelota a James en las Finals
Constantemente mejorando todos los aspectos de su juego, el alero de San Antonio Spurs ha mejorado en las tres categorías más importantes (puntos, rebotes y asistencias) en cada una de sus cuatro temporadas. Sin embargo, su cualidad más loable es su defensa. No por nada lo apodan "la Garra": sus 2 robos por juego representan la quinta mejor marca en la liga, y su rating defensivo individual (94.5) también se ve entre los de arriba.
La realidad es que Paul George podría haber ocupado el lugar de titular. De no ser por una fractura expuesta que sufrió el miembro de Indiana Pacers este verano -en competencia internacional con el seleccionado norteamericano-, George (24) estaría luciéndose a la par de las estrellas mencionadas en su posición. Probablemente no vuelva a ver acción hasta el arranque de la 2015/16, pero aún así seguirá siendo una de las mayores atracciones para cualquier GM. Ala-Pivot: Si bien hasta ahora siento que las elecciones realizadas son las correctas, no vinieron sin su debate previo. En este caso, puedo tranquilamente expresar que no hay argumentos, pensamientos o razonamientos lógicos que sean válidos, siempre y cuando éstos no digan que Anthony Davis es el hombre indicado para ocupar esta posición.
El ala-pivot de New Orleans Pelicans no se queda en la dicotomía entre ofensiva y defensa, sino que llena su planilla de números por todos lados: 2.7 tapas (1ero), 1.9 robos (5to, igualado con Chris Paul), 24.3 puntos (4to) y 10.2 rebotes (onceavo, todas las estadísticas son por partido y los puestos sobre todos los jugadores de la NBA).
Y TAN SÓLO TIENE 21 AÑOS!
Para algunos, Davis ya es el mejor en su puesto. Otros todavía lo ubican en el mismo eslabón que Blake Griffin, Kevin Love y LaMarcus Aldrige. No viene al caso: la cuestión es que el "Uniceja" está llamado a ser la próxima cara de la liga, lugar por el cual peleará palmo a palmo con Durant una vez que LeBron se retire. Como el suplente en esta situación no va a ver muchos minutos, vamos a optar por un as bajo la manga. Si de juventud se trata, pocos le ganan a Giannis Antetokounmpo, el polifuncional hombre de Milwakee Bucks. Hace apenas una semana que el griego cumplió su segunda década en este planeta, y en su segundo año en el mejor básquetbol del mundo ha mejorado dramáticamente. Su longitud y altura le dan la chance de moverse por todos los espacios del parquet, y su talento nato permite imaginarlo como un futuro candidato al All-Star Game. Pivot: El puesto que durante mucho tiempo fue considerado como absolutamente necesario para construir una franquicia productiva hoy ha visto un declive en su cantidad como su calidad. Lo que no significa que no hayan grandes promesas -junto con interesantes realidades- que merecen ser mencionadas.
Una de estas realidades se llama DeMarcus Cousins. Otro que también raspa el límite de edad (24), "Boogie" parece haber dado vuelta la parte mental de su juego -la cual le impedía alcanzar todo su potencial- y actualmente terroriza a quien se anime a ponerse en su camino entre él y el canasto. El líder de Sacramento Kings promedia 23.5 tantos por encuentro y por primera vez en su carrera ha superado la barrera del 80% en tiros libres (80.6%).
Desde su gran actuación en España, Cousins no ha mirado atrás
Ofensivamente ya es casi una obviedad proclamar que Cousins es el grandote con más movimientos en el poste bajo, y pensando de cara al futuro, hasta podría llegar a convertirse en un protector del aro cercano al nivel de Davis.
Los últimos dos pivots que terminan de redondear la docena de jugadores seleccionados (el máximo permitido para un partido, si bien los planteles están formados por 15) son Andre Drummond y Jonas Valanciunas. El primero, flamante campeón mundial y miembro de Detroit Pistons, apenas ha visto 21 abriles y ya ostenta una de las mejores habilidades reboteras (11.9 por juego, cuarto en la liga) junto con una presencia defensiva temerosa. El vacío que deja en la línea de los libres -donde promedia un horrendo 48.2%- debe ser mejorado. Por su parte, el lituano Valanciunas (22 años) cumple con su rol de ancla en el medio para Toronto Raptors, líderes del Este. Si bien su juego ofensivo es más refinado que el de Drummond, también tendrá que aprender a postearse de maneras más efectivas. Entrenadores: Como entrenador principal, nada mejor que un joven bicampeón: Erik Spolestra (44). Como asistente ofensivo, el nuevo comandante de los "Spurs del Este" y la mano derecha de Gregg Popovich por más de 15 años: Mike Budenholzer (42). Y como asistente defensivo, el entrenador más joven -y prometedor- de la liga: Brad Stevens (38). Dueño:Robert Pera (actual dueño de Memphis Grizzlies), con apenas 36 años de edad.